domingo, 24 de octubre de 2010
IDENTIDAD ANDINA ECUATORIAL
El Sumak Kawsay o Suma Qamaña,
es El Vivir en Armonía y Equilibrio.
Caminantes del Arcoiris
Comunicado 2
Sentimos y pensamos que todavía existen muchas falencias, deformaciones y tergiversaciones sobre lo que se ha dicho hasta ahora sobre el Sumak Kawsay (Kichwa) o el Suma Qamaña (Aymará). Desde lo que hemos comprendido de los maestros andinos, no es el Vivir Bien (Bolivia) o Buen Vivir (Ecuador) como se ha dicho, sino el Vivir en Armonía o Vivir en Equilibrio. No es lo mismo Sumak Kawsay y Alli Kawsay (Buen Vivir) o Suma Qamaña y Wali Qamaña (Vivir Bien). Cuando se habla del Vivir en Armonía y Equilibrio, se entiende que es la Armonía entre dos fuerzas o elementos complementarios.
Si hablamos de Vivir Bien tenemos que establecer su opuesto complementario y ese sería el Vivir Menos Bien, pues en las lenguas andinas no existe el concepto de mal, y cuando se quiere expresar que algo no está bien se dice Mana Alli (Menos Bien) o Jan Wali (Sin bien). Algunos dicen el Vivir Bien o Buen Vivir es vivir en armonía, pero no es lo mismo, pues Vivir en Armonía es vivir al filo del vivir bien y del vivir menos bien. La armonía y el equilibrio es siempre el punto de encuentro entre dos oposiciones o polaridades proporcionales.
Esto es básico determinar, pues es necesario siempre establecer la dualidad, la que permite establecer los dos andariveles en que se desenvuelve este multiverso y que permite encontrar el equilibrio entre ellas. La vida como la conocemos es gracias al encuentro de dos fuerzas complementarias que se reproducen y que transforman la vida: hombre-mujer, frio-calor, arriba-abajo, espíritu-materia… Caso contrario caeríamos en el monismo o el unimismo, que nos ha llevado a vivir los extremismos y fundamentalismos de los dueños de la verdad, como por ejemplo han sido estos 2000 últimos años con el monismo desarrollista occidental, que fue concebido como la única, verdadera, válida y auténtica civilización, cultura, religión, ciencia… que existía en el planeta Tierra. Y este mismo podría ser el caso de los que proponen el Vivir Bien /Buen Vivir, en donde se impondría los valores y principios de lo que para ellos es el Vivir Bien/Buen Vivir sobre los que tienen otra mirada de lo que es Vivir Bien o Vivir Mejor o Bien Estar.
En cambio, cuando se busca Vivir en Armonía y Equilibrio, se busca el consenso entre las oposiciones complementarias y además con las oposiciones antagónicas, en la cual nadie impone nada, sino que es el acuerdo necesario al que tienen que llegar las partes para poder convivir. Lo contrario, significaría que no hemos aprendido como humanidad, de que no existe quienes tienen la verdad y quienes están en la oscuridad, sino seguiríamos en la lucha entre esas dos posiciones, en la cual en un momento se superpone la una y en otro tiempo la otra, como ha sido la historia reciente de la humanidad. Allí se han pasado buscando sistemas y formas de cómo producir la separación, la jerarquización y en donde a la final unos imponen sus reglas a los demás, pretendiendo que ese sea el modelo de funcionamiento normal y natural para todos, y más bien lo que se ha logrado es instaurar un sistema confrontacional, competitivo y discriminatorio. En cambio el Vivir en Armonía y Equilibrio, es delimitar un sistema en el que los acuerdos, los puntos en común, las sinergias, las correspondencias son las que van marcando la vida humana, y siendo su propósito fundamental el de ir perfeccionándolas o afinándolas cada vez más, a pesar de las oposiciones latentes y permanentes, pero esa es su misión de vida, el de buscar la comunión y no la separación o división. Es decir, terminar con la máxima romana que ha gobernado desde hace 2000 años: “divide y vencerás”.
Por otro lado, es tan relativo determinar qué es bien, pues algo puede ser bien para unos pero eso mismo para otros puede ser malo o no tan bueno, y en esa discusión se llega en un momento dado a la dictadura o a la democracia, donde se impone una verdad por la fuerza o por el poder de las mayorías contra las minorías. Esto nos llevaría al mismo problema que hemos vivido entre el bien y el mal de estos últimos 200 años, entre quienes defienden y matan a nombre de su bien en contra del supuesto mal. ¿Quién se arriesgaría a determinar qué es el bien y qué es el mal, y aceptar posiciones opuestas a las suyas? Nunca llegaríamos a una solución, porque siempre hay alguien que cree estar bien y otro que se siente perjudicado. En cambio, cuando todos toman una posición relativa y nadie presupone de antemano que es el bien, ahí está abierto y dispuesto a encontrar el consenso, la mediación para llegar a coparticipaciones mutuas.
Muchos dirán pero eso es utópico, impracticable, irreal. Ahora en este sistema antagónico del bien y el mal es así. Es decir esa actitud de establecer qué es el bien y qué es el mal, es lo que ha establecido justamente esta confrontación. No es suficiente ni es claro, decir que una cosa es el Vivir Bien Andino y otra cosa es Vivir para el Bien, que es la tesis religiosa occidental. Ambas de alguna manera se entrecruzan en algún punto y llevan a los extremos y las perspectivas. De ahí la importancia de no establecer ni delimitar que es el bien, sino simplemente como dicen los abuelos y maestros andinos, el de establecer el punto de encuentro o centro (taypi) entre dos elementos, fuerzas, poderes, o posiciones. Esta dualidad complementaria femenina y masculina también debe expresarse en el punto de interrelación entre dos fuerzas o energías, la armonía es femenina y el equilibrio es masculino, solo así generando más vida para la vida en compaginación con ella. De ahí que el Sumak Kawsay o Suma Qamaña, no es solo el Vivir en Armonía sino también en Equilibrio, así hay la compaginación en el centro de las dos fuerzas primarias de la vida.
Esto ya fue practicado y vivido antes de la conquista, se lo practicó en las relaciones de pareja, donde no era el hombre el bien y la mujer el mal, en donde no había la dictadura de los padres sobre los hijos, o la democracia de unas familias y comunidades sobre otras en desacuerdo. Tanto es así, que se lo sigue practicando de alguna manera en ciertas comunidades y familias andinas actuales. A través del encuentro (tinkuy) entre personas, familias o comunidades en conflicto se resuelven en base al común acuerdo, hasta que todos aceptan y quedan satisfechas en buena medida sus aspiraciones. Sin dejar de anotar ciertas deformaciones que se han introducido con algunas prácticas ajenas a la realidad ancestral, como se da en ciertos casos contemporáneos en los llamados casos de la “justicia comunitaria o indígena”.
Los propios cronistas españoles también lo contaron, el caso más interesante es de Pedro Cieza de León, quién en su obra el Imperio Colectivista de los Incas, detalla el alto nivel de organización social y económica logrado por una sociedad armónica en todos sus ámbitos de vida. Ahí cuenta un sistema casi perfecto de vida, que admiró a los europeos y que sirvió de inspiración a otros para proponer un sistema parecido para Europa. Chateubriand en su libro Atila recrea una sociedad ideal, Juan Jacobo Rousseau en su obra el Contrato Social establece una sociedad utópica. Los socialistas utópicos como Owen y otros, posiblemente también se inspiraron en este libro de Cieza de León para lanzar sus teorías socialistas. Y seguramente también en Carlos Marx, pues este libro se convirtió en un best seller entre los intelectuales y políticos europeos, siendo traducido al inglés, al francés, y al italiano.
Sistema que tampoco fue totalmente desconocido para los europeos, pues las culturas ancestrales originarias de Europa también funcionaron en sistemas comunitarios armónicos, especialmente en la época de los Celtas. En general, todos los pueblos de la Tierra conocieron y vivieron en formas armónicas de vida, particularmente cuando fueron culturas solares y lunares, que vivieron en armonía con la naturaleza y con los ciclos astronómicos del cosmos. Solamente desde cuando se produjo la separación y aislamiento del ser humano con la naturaleza se crearon sistemas sociales desarmónicos. La perdición del ser humano se dio principalmente en el acto de desacralización de la naturaleza, es decir de separar a dios de la naturaleza por considerarlo idolatría y fetichismo. Esa fue su mayor debacle en toda su historia humana, al desprender a dios de la vida cotidiana y de su entorno, para hacerlo sobrenatural y llevarlo a otro mundo y otra dimensión. Y aún mas se ahondó cuando se le dio solamente características masculinas con lo cual le abandonaron a un claustro y le condenaron a un aislamiento en un cielo castrado. Le convirtieron a dios en un ermitaño que vigila desde lo alto los actos buenos y malos de los humanos, y actuando como botones para dar el pase al cielo o al infierno, a los del bien y los del mal, respectivamente.
Así ha sido el debate hasta el día de hoy entre la ciencia y la religión. Recientemente el físico inglés Stephen Hawkins señalaba que dios no existía, y que la creación se explicaba por las leyes propias de funcionamiento de la naturaleza. Lo que la ciencia y la religión no pueden comprender, es que dios es todas esas leyes, energías, poderes, conciencias de la naturaleza y del cosmos. Que dios es todo ello, que está vivo en cada acto y elemento de la creación. Que dios es la vida misma, la existencia en su conjunto. Que no es el bien y el mal, sino el vivir en armonía y equilibrio entre dos fuerzas que se complementan y que se necesitan la una con la otra. Los abuelos andinos lo sintetizan en dos elementos fundamentales en la vida humana: el pensamiento y el sentimiento, de cuya comunión se manifiestan o se expresan actos, productos, labores (llankay) de sabiduría (yachay-yati) y de amor (kuyay-munay). Es decir, para Vivir creando Armonía y Equilibrio en cada manifestación de la existencia, es necesario, Vivir Sabiamente (Yachay Kawsay-Yati Qamaña) y Vivir Amorosamente (Kuyay Kawsay-Munay Qamaña). Pero este Vivir, no es un vivir superfluo sino que implica una dimensión sagrada. No es un acto mundano de vivir, sino un vivir sagradamente la vida, que eso es el Kawsay o Qamaña.
El Vivir en Armonía y Equilibrio no es un vivir vacuo, banal, superficial, sino un Vivir Sagrado con la materia y el espíritu en comunión, en sincronía y en complementación del uno con el otro. El kawsay es la fuerza de vida, en la misma dimensión que el prana (hindúes), el éter (occidente), el chi (chinos), el ki (japoneses), el ushai (kichwas), el sama (aymaras). En Aymará es muy claro con la palabra Qama-ña, Qama es la Fuerza Espiritual. Y de ahí viene también la definición de dios en su lado masculino Pachaqamaq, la Fuerza Espiritual del Multiverso; y su lado femenino es, Pachamama, la Fuerza Material del Cosmos. Siempre la dualidad, entre masculino y femenino, espíritu y materia, visible e invisible, y en donde todo es sagrado, nada es profano. El dualismo antagónico entre sagrado y profano no existe, sino la dualidad complementaria del espíritu sagrado y de la materia sagrada. Entonces el Sumak Kawsay o Suma Qamaña más precisamente aún, es el Vivir Sagrado en Armonía y Equilibrio. El Kawsay o Qamaña es el Espíritu que se manifiesta Materialmente generando la Vida. Cada ser o elemento de la vida, como dios, fuerza, energía, poder, capacidad, conciencia de toda la existencia en su conjunto.
Este Kawsay o Qamaña que tiene una dimensión sagrada cósmica, implica la capacidad de los seres humanos de recrear una sociedad, un sistema, una cultura que reproduce al multiverso a escala humana, en todas sus creaciones y manifestaciones sociales. De esta manera respondiendo a la vida como hijos respetuosos del multiverso, con sus leyes propias de existencia. Esto implica que salirse de las leyes de la naturaleza, implica crear un mundo desarmónico y desequilibrado. Es decir, cuando el hombre se salió de las leyes naturales para entrar en las leyes del ego humano, le ha llevado a experimentar una serie de modelos sociales totalmente contradictorios y devastadores de la naturaleza y de los seres humanos. Los modelos llamados reinos esclavistas, feudales, mercantilistas, capitalistas, socialistas, comunistas, han sido los diferentes experimentos que nos han llevado de tumbo en tumbo en todos los rincones del planeta, llegando al clímax del absurdo con la sociedad posmoderna y virtual en que vivimos ahora, y que amenaza con destruir la vida humana en su conjunto.
Hemos vivido cantidad de experimentos sociales, promovidos por diferentes reyes, pensadores, elegidos, líderes que han creído encontrar cada cual el modelo perfecto. Todos ellos nacidos de su delirio mental y no del entendimiento y compaginación con la vida misma, es decir, con las leyes de funcionamiento natural creados por el vivir (kawsay) mismo, infinito y eterno. Basta de más experimentos sociales, es hora de retomar el Sistema Armónico Natural de la vida, vivido y probado por los abuelos en todos los rincones de la Madre Tierra. Después de todos estos experimentos de la arrogancia humana es necesario volver a la sencillez y simplicidad humana para retornar a ser seres respetuosos y responsables con nuestra existencia y de la vida en su totalidad. No hay nada que inventar o crear, solo sintonizarse con las leyes de la vida, para en esa sincronía e interrelación recrear la vida humana. No podemos seguir experimentando con sistemas sociales y económicos antagónicos y contradictorios a las leyes del multiverso.
Era necesario que la humanidad viva este proceso sacrílego materialista desarrollista, para que conozca ese lado perverso y terrorífico del ser humano, para que hoy se despierte sabio y amoroso en otro estado de conciencia para reconstruir la vida en otras condiciones y circunstancias. Hoy renace una conciencia de respeto entre todos los pueblos y saberes de las distintas culturas, con una conciencia no basada en el miedo y la culpa del otro, del que es opuesto o diferente, sino en la valorización y el reconocimiento a la variedad, como expresión de belleza y riqueza, y no de desarticulación o de deficiencia. La nueva conciencia demanda de los humanos el ser capaces de honrar su condición de seres inteligentes y perceptivos para poder convivir naturalmente (no civilizadamente). Para ello, el principio es simplemente vivir en armonía y equilibrio, aplicando el consenso, el intercambio, la reciprocidad, la complementariedad, la ciclicidad, la interdependencia, la restitución, la conciliación, la medición, la correspondencia, la solidaridad. Leyes naturales totalmente diferentes a las leyes de la competencia, de la rentabilidad, del lucro, del desarrollo, del progreso, de la libertad, del mal menor, del monopolio, del acaparamiento, de la especulación, de la explotación que rigen actualmente en el mundo.
Ese es el desafío de la actual humanidad para retornar al camino luminoso o brillante, que eso es el Kapak Ñan, las enseñanzas que nos dejaron las abuelas y abuelos andinos para las nuevas generaciones, y seamos capaces de enrumbar el camino y podamos seguir caminando por el sendero sagrado hacia el gran océano de la conciencia total, tal como lo hizo el maestro Wirakocha. Siendo ese el sentido de la vida, la capacidad que tiene un ser humano y la sociedad de redescubrir los secretos y misterios de las leyes de la vida (kawsay-qamaña) para poder transitar en todos sus poderes, talentos, destrezas, y ser capaces de despertarse conscientemente en armonía y equilibrio en cada uno de los elementos y manifestaciones de la existencia infinita. La misión del humano es estar un caminante de la vida para perfeccionarse como un consumado equilibrista de la vida, que no se cae en uno u otro extremo. Acaso la vida es tan frívola y déspota para que el fin del ser humano sea acumular bienes materiales, cuando hay cosas más profundas y maravillosas como entrar en los poderes sagrados para despertarse en la magnificencia y majestuosidad de la plenitud inmensa de la existencia sublime (Sumak Kawsay o Suma Qamaña).
En la Armonía y la Reciprocidad
Caminantes del Arcoiris
(Atawallpa y Paola)
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