miércoles, 22 de septiembre de 2010

EQUINOCCIO DE SEPTIEMBRE 2010


Hoy, 22 de septiembre, se produce un fenómeno cíclico y planetario, llamado equinoccio. La palabra equinoccio viniendo del latín, significa “noche igual. Esto porque en esta época, la localización de la Tierra en su movimiento de traslación con relación al Sol, hará que los días y las noches
tengan la misma duración.

Por ello en este significativo día, los ecuatorianos que estén en el hemisferio norte (Europa y Estados Unidos) celebrarán el equinoccio de otoño o autumal, y quienes estén en los países situados al sur festejarán: el equinoccio de primavera o vernal. El mismo evento hará que en el polo Norte, se pase de “un día de 6 meses” a “una noche de 6 meses”; en tanto en el polo Sur ocurrirá lo recíprocamente contrario.

Durante los equinoccios, el Sol está situado en el plano del ecuador terrestre, en donde alcanza el cenit (el Sol Recto en las tierras del Ecuador). El paralelo de declinación del Sol y el ecuador celeste coinciden y por lo tanto la noche y el día tienen la misma duración en todo el planeta. Pero no en todas partes del mundo se experimentan las mismas cuatro estaciones. En nuestro país ubicado en la línea equinoccial, la misma duración de la noche y el día ocurre todo el año, llevando por ello su nombre de equilibrio: ECUADOR y no porque constituyamos como sostenían algunos intelectuales despistados en sus “señas particulares”:

El Ecuador no es una LÍNEA IMAGINARIA...

EL EQUINOCCIO Y LO SAGRADO


Los cambios que produce en los habitantes terrestres la llegada cíclica de solsticios y equinoccios son también significativos. Estos ciclos se parecen a las mareas de los océanos, con su flujo y reflujo incesante en el planeta y en nuestro interior. Así las civilizaciones antiguas del norte y de Europa especialmente, solían considerar el Equinoccio de Septiembre (de días y noches de igual longitud) como un periodo de reposo, de relajación y realineación de propósitos, a partir de esa época el día se irá volviendo y progresivamente más corto y la gran noche del Solsticio de Diciembre se acerca: La Navidad, el nacimiento del sol tierno o del “niño Jesús”.

Para las antiguas culturas nórdicas y celtas, que aún conservaban su tradición solar, antes de la llegada de los latinos cristianizados, la temporada Otoño – Invierno, era tiempo de reflexión y desarrollo interno, mientras que la temporada Primavera – Verano (21 de marzo- 21 de junio) era mejor, para concentrarse en el fuego, el calor y lo externo y obtener frutos de los planes elaborados en la temporada de necesidad y florecimiento anterior. Aquello podría sugerirnos que esta que ahora inauguramos, es una época ideal para una búsqueda y reconocimiento interno de los aspectos imaginativos y creativos de nuestro “ser en comunidad”.

Desde la invención y difusión de la electricidad, quienes crecimos en el mundo tecnológico impuesto por el mal llamado mundo de “occidente” (mejor el “judeo-cristiano”) nos hemos divorciado de los ciclos de las estaciones y lo que ellos representan. En suma, al irnos desconectando de los ritmos naturales de nuestro planeta, hemos perdido la capacidad de nuestro organismo de regenerarse, y actuar sabia y naturalmente en acuerdo con las energías primordiales. Hemos olvidado el Sumak Kawsay, que más allá de los discursos verduzcos y aliancistas que están de moda, en verdad significa: el “vivir bien y sabiamente en armonía con la energía universal del cosmos”; es decir, con el sol, con la luna y con la Tierra que es nuestra madre y nave estelar en la que diariamente viajamos. Así, hace tiempo que no observamos ni sabemos leer los signos estelares y hace tiempo hemos perdido “el Cielo” y al paso que llevamos, quizás pronto también perdamos “la Tierra”,
Por eso resulta patético escuchar a los eco neuróticos que hoy abundan y de su intención de “salvar al planeta”, pues quien debería salvarse primero sería el propio runa: el “ser humano” a sí mismo y a su entorno próximo, puesto que la Tierra ha vivido y sigue girando ya millones de años.

***

Si los seres humanos, al igual que cualquier otra criatura viviente de la naturaleza, necesitamos estar perceptivos y atentos de estos "cambios de fase", los efectos de este divorcio de lo natural se evidencian en la poca capacidad que tenemos en la actualidad para reconocer estos ciclos cósmicos. Al vivir en las deslumbrantes ciudades de neón, somos afortunados si podemos observar las constelaciones en una noche despejada. ¿Cuántos de nosotros estamos conscientes de los cambios de fase lunar o de estos eventos de una estación solar a otra ? Ser conscientes y comprender en suma, estos eventos cósmicos, y hacer CONO CIMIENTO de nuestra propia y natural conexión con ellos.

EL EQUINOCCIO DE SEPTIEMBRE
Y LO RITUAL EN AMARUKA



En Amaru-ka, mal llamada por los invasores América, este período estuvo marcado por una serie de eventos y ritos que de alguna manera legitiman este conocimiento ancestral, pues todo está interconectado, en nuestra esfera celeste llamada GAIA, GEA, GEB, TONATZIN, PACHA MAMA o ALLPA MAMA, seamos o no, conscientes de aquello.

Hoy por ejemplo, los hermanos de Meso Amaruka, que conservan aún la tradición maya, van a presenciar la “bajada simbólica” del maestro solar Kukulcán (Quetzalcoaltl para los aztecas o Wiracocha para los andinos) desde su cúspide hacia la base piramidal, bajando por las escalinatas del Templo en la ciudad maya sagrada de Chichén Itzá. Si en el 21 de junio, la luz ilumina las caras norte y este de esta pirámide, las caras sur y oeste permanecerán en la sombra, indicando a su pueblo que el momento preciso en que se presenta el fenómeno astronómico del solsticio de verano ha llegado; en cambio al mediodia de mañana: 22 de Septiembre, se observará una proyección solar serpenteante, consistente en nueve triángulos de luz invertidos, como resultado de la sombra que proyecten las nueve plataformas de ese edificio, al descender progresivamente el sol cenital. El fenómeno entonces se verá en todo su esplendor y la imagen de la “serpiente sagrada” descenderá poco a poco por el Templo, hasta alcanzar la cabeza de la Serpiente Emplumada, que se halla en la base de la escalinata.

EL COLLA O KILLA RAYMI EN TIERRAS ECUATORIALES


En nuestras tierras andino ecuatoriales, el Equinoccio se equipara, bajo la óptica del mundo judeo-cristiano, al igual que cada una de las fiestas religiosas que en realidad tienen origen astronómico y que en el caso de los equinoccios se celebran en dos partes significativas del año: la Semana Santa o Pascua Florida de Primavera: 21 de marzo (PAWCAR RAYMI en el mundo andino) y la del 22 de septiembre o fiestas de la Virgen de las Mercedes o “Mama Negra” (COLLA RAYMI); fiestas del tiempo de agua, tiempo lluvioso, femenino o lunar, fiesta ritual de siembras, tiempo de fertilidad y también de preparar la siembra.

El vasto conocimiento que nuestras culturas ancestrales lograron desarrollar con respecto a la medición y percepción del tiempo, posibilitó a los pueblos originarios contar con un calendario agrícola y ritual de extraordinaria exactitud y gran significado simbólico.

Ingeniosos sistemas de artefactos, arquitecturas y centros urbanos y ceremoniales se concibieron y construyeron, para observar el camino del sol recto en los equinoccios (Intiñan), a través del movimiento de la sombra, en relación a columnas y cilindros de piedra. En los cilindros ecuatoriales por ejemplo, los kitwas y sus pueblos hermanos, claramente pudieron apreciar como la sombra que proyectaba el sol desde la última semana de marzo y durante los meses de abril, mayo, junio, julio, agosto y septiembre giraba hacia la derecha y, que desde la última semana de septiembre y durante los meses de octubre, noviembre, diciembre, enero, febrero y marzo, giraba hacia el lado izquierdo, del cilindro, en dualidad y complemento cíclico.


De este modo, solamente dos magníficos días al año (20 de marzo y 22 de septiembre) la sombra tiene un recorrido recto en sentido este-oeste y es perpendicular a la tierra equinoccial desde la mañana hasta la tarde, sin inclinarse ni a derecha ni a izquierda, por lo que al medio día “desaparecerá la sombra” de los seres humanos, de los animales y de los árboles. Este fenómeno es conocido en nuestras tierras como “día del sol recto” y se lo podía apreciar de manera perfecta en KI TO las tierras del centro y en todos los templos ubicados por nuestros antepasados en la línea ecuatorial (desde Lumbaki en la amazonía, pasando por Cayambe, Cateqilla, hasta los de Manawí y también en Nina Chumbi (Islas Galápagos); todo aquello da sentido a nuestra condición de ser Ecuador: Tierra del Intiñan o Tierra del Centro, tierra del Equator o del “equilibrador” o igualador de la Tierra.

A nivel agrícola este tiempo señalaba el fin de cosechas, para equilibrarlo con el equinoccio de marzo que es de fuego y “masculino”, es un tiempo para agradecer a la Pacha Mama (Madre cosmos) Inti (Padre Sol), Allpa Mama (Madre Tierra), a la Quilla Mama (Madre Luna), y en especial a Tamia (Lluvia), tiempo para sembrar y agradecer
a la mujer, a la fertilidad y a todo lo concebido como fuerza equilibrante
proveniente de la energía “femenina”.

Entonces Corazas y Ñaupadores, Danzantes y Aya Humas, Aruchicos y Chinucas, se darían cita en sus comunidades para tributar este agradecimiento cósmico y convocar a Taita Inti, a Mama Killa y a la generosa TAMIA, para que fecunden la tierra y la vuelvan aún más fructífera y dadivosa para la próxima cosecha, permitiéndoles vivir en paz, en armonía y sabiamente en sus ayllus o bulus (familias ampliadas), llacta kunas (lugares de origen), markas (provincias), sayas (pisos climáticos) y suyus (regiones) y en cada uno de sus lugares de vida.

QUE ESTE EQUINOCCIO DE SEPTIEMBRE
SEA EL FÉRTIL AUGURIO DEL RETORNO
DEL MÍTICO WIRACOCHA
A LAS MEMORIOSAS TIERRAS DEL CENTRO


Imaginario de Wiracocha en Ollantaytambo,Perú


Diego Velasco Andrade
Equinoccio de Septiembre 2010

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Y cuándo volverá Wiracocha?