lunes, 22 de septiembre de 2008

IDENTIDAD ECUATORIANA EN ULTRAMAR



VIVA LA PACHA NUEVA


Equinoccio de septiembre en tierras ecuatoriales







Hoy 23 de septiembre, se produce un fenómeno cíclico y planetario, llamado equinoccio. La palabra equinoccio viniendo del latín, significa “noche igual. Esto porque en esta época, la localización de la Tierra en su movimiento de traslación con relación al Sol, hará que los días y las noches
tengan la misma duración.


Por ello en este significativo día, los ecuatorianos que estén en el hemisferio norte (Europa y Estados Unidos) celebrarán el equinoccio de otoño o autumal, y quienes estén en los países situados al sur festejarán: el equinoccio de primavera o vernal. El evento también hará que en el polo Norte, se pase de “un día de 6 meses” a “una noche de 6 meses”; en tanto en el polo Sur ocurrirá todo lo contrario.



Durante los equinoccios, el Sol está situado en el plano del ecuador terrestre, en donde alcanza el cenit (el Sol Recto en las tierras del Ecuador). El paralelo de declinación del Sol y el ecuador celeste coinciden y por lo tanto la noche y el día tienen la misma duración en todo el planeta. Pero no en todas partes del mundo se experimentan las cuatro estaciones. En nuestro país ubicado en la línea equinoccial, la misma duración de la noche y el día ocurre todo el año, llevando por ello su nombre de equilibrio: ECUADOR y no porque constituyamos como sostienen algunos "intelectuales" despistados :



una LÍNEA IMAGINARIA.



EL EQUINOCCIO Y LO SAGRADO



Los cambios que produce en sus habitantes la llegada cíclica de solsticios y equinoccios son también significativos. Estos ciclos se parecen a las mareas de los océanos, con su flujo y reflujo incesante en el planeta y en nuestro interior. Así las civilizaciones antiguas del norte y de Europa especialmente, solían considerar el Equinoccio de Septiembre (de días y noches de igual longitud) como un periodo de reposo, relajación y realineación de propósitos; a medida que el día se volvía progresivamente más corto que la noche según se acercaba el próximo Solsticio de Diciembre:
(La Navidad, el nacimiento del sol tierno o del “niño Jesús”).


En efecto, para las antiguas culturas nórdicas y celtas, que aún conservaban su tradición solar, la temporada de Otoño - Invierno era tiempo de reflexión y desarrollo interno, mientras que la temporada Primavera – Verano (21 de marzo- 21 de junio) lo era más, para concentrarse en el fuego, el calor y lo externo y obtener frutos de los planes elaborados en la temporada de necesidad y florecimiento anterior. Aquello podría sugerirnos que esta es una época ideal para una búsqueda y reconocimiento interno de los aspectos imaginativos y creativos de nuestro ser en comunidad.




Equinoccio en la Puerta del Sol Tiahuanaku- Bolivia



Desde la invención y proliferación de la electricidad, quienes crecimos en el mundo tecnológico impuesto por el mal llamado “occidente” (civilización judeo-cristiana) nos hemos divorciado de los ciclos de las estaciones y lo que representan. En suma, al irnos desconectando de los ritmos naturales de nuestro planeta, hemos perdido la capacidad de nuestro organismo de regenerarse, y actuar sabia y naturalmente. Hemos olvidado el Sumak Kawsay que en verdad significa. El “vivir bien y sabiamente” en armonía con el cosmos, con el sol y con la tierra que es nuestra madre. Así, hemos perdido “el Cielo” y al paso que llevamos quizás también perdamos “la Tierra”.


Si los seres humanos, al igual que cualquier otra criatura viviente de la naturaleza, necesitamos estar perceptivos y atentos de estos "cambios de fase". Los efectos de este divorcio de lo natural se evidencian en la poca capacidad que tenemos los seres humanos en la actualidad para reconocer estos ciclos cósmicos. Al vivir en las deslumbrantes ciudades de neón, somos afortunados si podemos observar la luna o las constelaciones en una noche despejada.¿Cuantos de nosotros estamos conscientes de los cambios de fase lunar o de estos eventos de fase solar? y cuánto nos afecta el no ser conscientes y comprender estos eventos cósmicos, y nuestra propia y natural conexión con ellos, como lo hacía los pueblos ancestrales.



EL EQUINOCCIO DE SEPTIEMBRE
Y LO RITUAL EN AMARUKA




En Amaruka, este periodo está marcado por una serie de eventos y ritos que de alguna manera matizan, por estar todo interconectado, en la evolución de la humanidad, en esta esfera celeste llamada GAIA, GEA, TONATZIN, PACHA MAMA o ALLPA MAMA, estemos conscientes o no de ello.
Hoy por ejemplo los hermanos de Meso Amerika, que conservan aún la tradición maya, van a presenciar la “bajada simbólica” del maestro solar Kukulcán (Quetzalcoaltl para los aztecas o Wiracocha para los andinos) por las escalinatas del Templo que lleva su nombre, en la ciudad maya sagrada de Chichén Itzá. En efecto este templo que constituye una obra maestra de arqueo-astronomía, tiene a cada uno de sus cuatro lados 91 escalones, al sumarlos nos darán el número 364, más un escalón que se encuentra al centro, sumando 365 para obtener los 365 días del año.




Fiestas equinocciales en el Ecuador andino


Si en el 21 de junio, la luz ilumina las caras norte y este de la pirámide, las caras sur y oeste permanecerán en la sombra, indicando con esto que el momento preciso en que se presenta el fenómeno astronómico del solsticio de verano ha llegado, al atardecer de este día de equinoccio del 23 de Septiembre, se observará en la escalera norte de templo una proyección solar serpentina, consistente en siete triángulos de luz, invertidos, como resultado de la sombra que proyecten las nueve plataformas de ese edificio al ponerse el sol. El fenómeno entonces se verá en todo su esplendor y la imagen de la “serpiente sagrada” ( los triángulos de luz y sombra) descenderá poco a poco por la alfarda noroeste del Templo, hasta alcanzar la cabeza de la Serpiente Emplumada que se encuentra en la base de la escalinata.





Equinoccio en el mundo maya


EL COLLA RAYMI EN TIERRAS ECUATORIALES

En nuestras tierras andino ecuatoriales el Equinoccio se equipara, bajo la óptica del mundo judeo-cristiano, a cada una de las fiestas religiosas que en realidad tienen origen astronómico y que en el caso de los equinoccios se celebran en dos partes significativas del año: la Semana Santa o Pascua Florida de Primavera: 21 de marzo (PAWCAR RAYMI en el mundo andino) y la del 22 de septiembre o fiestas de la Virgen de las Mercedes o “Mama Negra” (COLLA RAYMI), fiestas del tiempo de agua, tiempo lluvioso, femenino o lunar, fiesta ritual de siembras.
El vasto conocimiento que nuestras culturas ancestrales andino ecuatoriales lograron desarrollar con respecto a la medición y percepción del tiempo, posibilitó a los pueblos originarios (nativos o “indígenas”), contar con un calendario agrícola y ritual de extraordinaria exactitud y significado simbólico.
Ingeniosos sistemas de artefactos, arquitecturas y centros urbanos y ceremoniales se concibieron y construyeron, para observar el camino del sol (Intiñan), a través del movimiento de la sombra, tales como la construcción de columnas y cilindros de piedra. En los cilindros ecuatoriales por ejemplo, los kitwas y sus pueblos hermanos, claramente pudieron apreciar como la sombra que proyectaba el sol desde la última semana de marzo y durante los meses de abril, mayo, junio, julio, agosto y septiembre giraba por la derecha y, que desde la última semana de septiembre y durante los meses de octubre, noviembre, diciembre, enero, febrero y marzo,
giraba por el lado izquierdo, del cilindro.






El Aya huma en las fiestas andinas equinocciales


De este modo, solamente dos magníficos días al año (20 de marzo y 22 de septiembre) la sombra tenía un recorrido recto en sentido este-oeste y es perpendicular a la tierra equinoccial desde la mañana hasta la tarde, sin inclinarse ni a derecha ni a izquierda, por lo que al medio día “desaparecía la sombra”. Este fenómeno era conocido en nuestras tierras como “día del sol recto” y se lo podía apreciar de manera perfecta en las tierras del centro y en todos los templos ubicados por nuestros antepasados en la línea ecuatorial (desde Lumbaki en la amazonía, pasando por Cayambe, Cateqilla, hasta Manawí y también en Nina Chumbi (Islas Galápagos) aquello da sentido a nuestra condición de Ecuador: Tierra del Intiñan o Tierra del Centro.
A nivel agrícola este tiempo señalaba el Fin de cosechas, para equilibrarse con el equinoccio de marzo que es de fuego y “masculino”, era un tiempo para agradecer a la Pacha Mama (Universo), Inti (Padre Sol), Allpa Mama (Tierra), a la Quilla Mama (Luna), y en especial a la Tamia Mama (Lluvia), para sembrar y agradecer a la mujer, a la fertilidad y a todo lo concebido como fuerza equilibrante de lo “femenino”.



Entonces Corazas y Ñaupadores, Danzantes y Aya Humas, Aruchicos y Chinucas, se darían cita en sus comunidades para tributar este agradecimiento cósmico y convocar a Taita Inti, a Mama Killa y a la generosa lluvia TAMIA, para que fecunden la tierra y la vuelvan aún más fructífera y dadivosa para la próxima cosecha, permitiéndoles vivir en paz, en armonía y sabiamente en sus ayllus (familias ampliadas), llacta kunas (lugares de origen), markas (provincias), sayas (pisos climáticos) y suyus (regiones) y ojalá que también, nosotros lo podamos celebrar en cada uno de nuestros hogares
AHORA QUE LA NUEVA PACHA ESTÁ LLEGANDO....





QUE ESTE EQUINOCCIO DE SEPTIEMBRE
SEA EL VITAL AUGURIO


DE UNA “PACHA NUEVA”

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