KI TO ANTILIRICO
Textos Diego Velasco Andrade
(Del libro compilatorio del mismo nombre)
Fotos: Eduardo Valenzuela
MUSEO
Bienvenidos al lugar
en donde reposa la Historia
y los monumentos yacen
a destiempo de sus constructores
al sitio donde entrecruzan
fantasmas curtidos por el griterío
y los estafilococos se comercian
en cualquier fractura de la plaza
Ángeles metálicos
vigilan desde una torre los adoquines
por los que traficó su alma Cantuña
beatas amarillentas
salpican en contracarril
su fachada de boquete
Barandillas de sol
antepechos de musgo
resbaladeras de teja
pasos estrechos y largos entre paredes
guardan celosamente clavijas
clavículas clavicordios
clavos sin clientela ni suerte
Crujen las puertas de las
legendarias cúpulas magulladas
por las uñas del siglo XVII
que lustraron imágenes
labraron el humo
saciaron escudos nobiliarios
ofrendaron sus jorobas de bronce
en la hoguera de los santos.
CADALSO AVÍCOLA
En días de feria
destartalados camiones depositan
aves de cadalso en la vereda
Son seres fabulosos
con cabeza y pecho colorado
ojos ágiles y frente brillante
pero las patas esposadas por el óxido
¿qué gendarmes
pavimentaron de un zarpazo su vuelo?
¿cuál es el motivo
de su juzgamiento ?
Las aves esperan
bajo un sol canicular
la orden de aquel
que cobrará por su plumaje
Y el traficante aguarda
las monedas del ejecutor
que a las doce servirá esas vísceras
en un líquido rojizo y salado.
BUGOLOCO
Caminaba inclinado el cuerpo
más de un lado que de otro
cabizbajeando su melancolía amerindia
por la acera
Adicto a un tic
ya fuera de onda
siempre soñó llegar al punto más alto
de su oficio
De color pardo grisáceo provisto
de una capa ancha con mangas
y un agujero cubierto de fieltro
alargaba la cabeza como si buscase
francotiradores en las azoteas
Llegaba a su lugar
cuando su pulmón doble fuelle
atardecía
en un viejo anaquel
del que ya no
brotaban alas
Mezclaba con un poco de aguardiente
su aguamiel
y dando un carácter tenue
a su garganta gris
ejem ejem
bebía
Entonces
vitrificaba su vigilia
con la pereza corporal
del que no duerme hace mucho
y poblándose de un camisón
con los colores de la bandera tricolor
se inclinaba lentamente sobre el catre
cerraba el orificio por el cual
se comunicaba con del mundo
y solo como un loco
dormía.
TECLAS DE SANTO DOMINGO
Vienes
con los fuelles dibujando chispas
en la sed de la noche
Extraes del abrigo
las falanges desportilladas
por el sonido que te ronda
desde la infancia
Empiezas esos acordes melosos
como la bebida que comercian
en el escenario donde trabajas
Vas extrayendo del baúl musical
telarañas de potolo destellos de jj
pelusas de safadi…
Salpicas a los trasnochados con
vigorosas hebras de puntas y canela
Las gafas sin ojos no te impiden
contabilizar los billusos
que se van depositando en tus
calcetines
Son las once en punto
una tropa de máscaras
cada vez más numerosa
te va haciendo ronda:
son seres acuáticos
de todos los sabores
que dejarán transcurrir la noche
hasta que tú repiques
las
teclas
del amanecer.
GATO URBANO
El gato
que abandonó su palmera nativa
trota mundos por la sierra
buscando una barricada familiar
Aquí lo tenemos:
torso soleado maniquí de goma
plaza de san francisco
durante un sábado bélico:
equilibra un banco
sobre el adoquín centenario
y coloca patasarriba
su acordeón de vértebras
una y otra vez.
A su lado
una mulata con gatitos
recoge las monedas
que salpican desde sombra
los curiosos y cesantes.
El felino electriza las nubes
con un triple mortal
cuando el sol estampa su silueta
en la tramoya del peligroso
escenario
¿Recuerdas?
es el mismo acróbata
de las veredas de guayaquil
sólo que ahora
con menos vidas
que siete.
DESTRIPACASAS
No interesa si estos hombres
han hecho o no estudios de
“arquitectomía”
Usan objetos semejantes a un bisturí
que derrocan las vértebras de bahareque
recreadas por el devenir cotidiano
No reparan en la existencia de
adobes paternos
anécdotas sexuales memorias
de matrimonio cal y manzanilla
que brotan desde los miembros heridos
de esta casa
Vienen y comienzan
su tarea sanitaria
Azotan los colores descascarados
por el mismo soplo vital
que les dio cuerpo
Convierten el territorio familiar
en un manojo de puntadas sísmicas.
Ahora se retiran
descansan en la acera
sorben coca con trigo
y luego vuelven
hasta lograr que la destripada
desplome olorosamente su polvo
en la cada vez "moderna" topografía.
24 Y GARCÍA MORENO
Pasada la tarde
aves zancudas
menores que una perdiz
abandonan el nido
y abrazan con su perfume
el zaguán del señor calceta.
menean sus picos de colorín
y trabajan su plumaje lila
para alquilar cuartos húmedos
escarbados en la noche.
El cronista las encuentra
lloviznando débilmente
o sonriendo con un ojo roto
para invitarte a una juerga
ensartada en sus siluetas.
Sus baúles amatorios
guardan secretos sudores
de ancianos gozosos y
cleptómanos locos.
Algún piadoso bautista dirá
que aún cuando pequen
sus almas filantrópicas
recibirán la absolución
de algún santo o del señor obispo
Pero es mejor saber que si provocas
la rotura de su plumaje sin la paga
puedes quedar tendido
o ser degollado
por efecto del roce de tu sexo
con una filuda hoja de barbas.
parlanchín y fiel amiga
Pelambres de grasa
pantalones hilachas
mágicas siete vidas
que caminan solas por
calles coliflores cementerios
No tiene lugar de habitación
más que el aire cerrado
por colchas de cartón
y por mala sirena
una fiel amiga
antiguamente ligada a su olor
por el pescuezo
Parlanchín porción de granos
adornos impresos por el virus
de la infancia
hurgando con un palito
los tereques que salpican los
balcones centenarios:
sustancias de caridad astillas de mar
menjurjes de carmín
con los que tiñes las costras
de tu escasez.
La luna se repliega:
san garcía moreno y la que cruza
te preparas a soñar en aves al carbón
fiel amiga ronronea al amo
y rocía de babas ambulantes
su tartamudeo solitario.
SIRENAS A LA VISTA
Un barco
no echado a bogar
dormita ahora en la calle.
Entonces
cualquier marinero en calzoncillos
podría ser capturado
por amar sin permiso de Pata de Palo
el capitán.
Los marineros urbanos aman las olas:
curvas envueltas en sal
y no sólo por eso navegan
y no sólo por eso flotan cual piratas
esos amorosos marineros
helados de soledad sin alta mar
en sus enormes embarcaciones de corcho
un día se hartaron de amar la sal
Navegan flotan esos fantásticos
marineros de ciudad
y por sobretodo sueñan en
alguna vez el (a) mar.
FABULADORES DE LA PLAZA
Cuenta la tradición:
hace unas cuantas lluvias
partículas de otra era
que flotaban en las nubes de quito
anclaron sus bancos
en las esquinas
de esta plaza
Fabuladores con pensión
especialistas en asuntos de gobierno
transacciones del tesoro público
cuenteros de hazañas
de ferrocarril y machete.
Ellos pueden referirle
del cura descabezado que presidía
ritos mágicos en la antigua catedral
o de las angelicales avestruces
que rondan estos lares persignándose
ante el peludo hocico del diablo
Sus cajas roncas por el chester
le transportarán en minutos
a la constelación del duende.
Pero ni su dulce afición por lo higos
ni su excesivo amor a estos lares
evitará que una tarde despeguen
a deshilvanar el hilo
de otras fábulas.
1 comentario:
Realmente os felicito, Sirenas a la Vista.
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